Todo el mundo estaba espectante, habían esperado ese día desde hace mucho tiempo: por fin la crisálida iba a abrirse.
Cuando comenzó a resquebrajarse todos miraron dentro y para su sorpresa, vieron horrorizados que nada surgió de su interior. Frente a ellos solo quedo el cascarón, inmovil recordatorio de esa familiar sensación que les invadia cada mañana frente al espejo.
Nada surgió porque no él no quiso surgir, porque estaba allí escondido, porque era lo fácil.
ResponderEliminarConozco a alguien que querría entrar a charlar con él y sacarlo de allí, aunque fuera a hostias.
El miedo es un cruel carcelero en esta cárcel dorada de conformismo.
Eliminar