¿Por qué a pesar de sentir este abatimiento que me invita a abandonar no puedo llorar? Cada lágrima que sucumbe a la timidez es, en sí misma, motivo de llanto. Pero da igual lo oscuros que puedan llegar a ser estos sentimientos, llevo mucho tiempo siendo incapaz de soltar las riendas y dejar fluir mi tristeza mediante el llanto. Las drogas no son la salida, sin embargo si son un atajo hacia la anestesia.
El dolor llega a cotas nunca vistas, tal vez nunca asumidas. Y es que hacer manitas cual adolescente con mi propio vacío es suficiente motivo para no querer... No querer sentir y así encerrarse de nuevo en la armadura, no querer enfrentar nada para poder huir del sentimiento de eterno fracaso. Es horrible el miedo incontrolable, es horrible mendigar calor, es horrible tratar de hablar de dos cuando ni siquiera ha habido uno.
Lo sé, es una pataleta de un alma atormentada por la ansiedad que le provoca su desproporcionada dimensión. Vértigo, angustia, sumisión, agonía, soledad... Todas, sensaciones que eclipsan cada rayo de sol.
Pero bueno, da igual lo genial que pueda ser este discurso, una vez vomitado toca limpiarse los restos, recomponerse y seguir adelante.