2017/06/03

Nereida

Hija del mar, tu que representas todo lo maravilloso que este puede ofrecernos, fuente de inspiración y de locura. Miras al mundo con la mirada de aquel que entiende este chiste que es la existencia humana, pocas veces vi una forma de mirar tan jodidamente atractiva. Contigo aprendí que las heridas en el corazón son hermosas pero ni de lejos se puede comparar a la belleza de unas cicatrices bien cuidadas. Desprendes seducción en cada gesto y lo sabes. Es verlos y siento el impulso de sumergirme en tus ojos, adentrarme en cada rincón de tu mente en busca de cada una de las claves que te definen como persona, averiguar que te hace feliz, que te enfada, que forma todo ese sistema de creencias que compone tu identidad. Verte me invita a creer, a romper con mis miedos y luchar por ser mejor, a salir de la celda dorada en la que vivo encerrado. Por eso te pienso pidiéndome que me quite la ropa y los prejuicios y dar rienda suelta a nuestra pasión.

Sin embargo no puedes ofrecerme todo lo que busco. Me incitas a querer más, a no conformarme con un intercambio de fluidos. Por ese motivo corro cada vez que te veo, porque un polvo de granero no es digno de todo lo que podríamos ser.