Tan triste como un poeta que carece de musa es la historia del soldado sin guerra. Condenado a combatir por un nuevo sentido a su vida, un lugar al que ahora poder llamar "hogar". Ya no podrá volver a refugiarse en el fragor del combate, solo puede enfrentar el vacío que, inclemente, lo devora desde su interior. ¿Cómo afrontar todo este torrente de emociones si para poder sobrevivir se vio obligado a dejar de sentir?
Oh, pobre soldado, nadie te explicó que no existe trinchera capaz de protegerte de tus sentimientos. Ahora, hecho una madeja en un rincón, te ves bañado en lágrimas anhelando ese tiempo pasado en el que aún conservabas tu preciada inocencia.
Valor, soldado mío, pues tienes por delante la más cruenta de la guerras: esa en la que lastrado por tu dolor y con la única compañía de tu soledad, combatirás por saber quién eres fuera del campo de batalla.
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